Los Soprano (David Chase, 1999-2005)


En la última década y media, varias series de televisión han conseguido de manera aplastante conseguir algo casi de ciencia-ficción: ser Cine, con mayúsculas. Tanto es así que ya se habla de “La Edad de Oro” de las series de televisión. Y no seré yo quien lo discuta, personalmente considero que desde principios de milenio el mejor cine americano se está haciendo en la televisión, donde trabajan los guionistas y actores de mayor talento.
El punto de inflexión que lo cambió todo es esta obra maestra de seis temporadas creada por David Chase (responsable de las dos últimas temporadas de Doctor en Alaska) y protagonizada por el gran James Gandolfini. Los Soprano es probablemente la “película” que más me ha impactado del cine reciente. Chase consigue lo imposible: redefinir y refundar el cine de gángsters, género que, no lo olvidemos, parecía haber tocado techo con Coppola y Scorsese. De hecho, pienso que esta serie tiene mucho de ambos. Tiene ese aire de clásico atemporal de la trilogía de El Padrino, pero, a la vez, tiene la garra, crudeza y sensación de verosimilitud radical de películas como Uno de los nuestros o Casino.
Rodeado de un equipo e guionistas excelso, que incluye algún antiguo gángster, Los Soprano se centra en la figura de Tony Soprano, líder de la mafia de Nueva Jersey, ciudad vecina a Nueva York, y marca con sus memorables tramas un retrato de sus dos familias: la de su casa y la de sus “negocios”. El punto de partida de la serie ya deja claro que esto no va ser una historia de mafiosos al uso: la presión que supone para Tony Soprano el ascenso al poder le genera una crisis de ansiedad que le obliga a ir al psicoanalista (genial Lorraine Bracco, una de las ¡27! intérpretes de Uno de los nuestros que recupera Chase para sus Soprano). Este arranque, aparentemente supérfluo, tiene más miga de lo que parece. Si los enemigos de Tony, e incluso los miembros de su propia banda, se enteran de que está yendo a psicoanálisis, supondrá su muerte y la destrucción de su imperio, dentro de las peculiares normas de la mafia.
La mejor forma de entender el fascinante mundo creado por el genial Chase es verla con tus propios ojos, del primero al último capítulo. Cada vez que me viene alguien diciendo que la acaba de empezar siento una gran envidia por dentro, porque sé lo muchísimo que va a disfrutar…

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