Amanecer (F.W. Murnau, 1928)


Pienso sinceramente que muchas películas mudas son obras maestras a las que ninguna película sonora se ha podido ni acercar. Cuando digo eso, suelo tener este peliculón en la cabeza.
Cuando se habla del cine de “efectos especiales” se tiende a pensar un prototipo de película tipo Transformers, o sea, insustancial, intrascendente, sin valores cinematográficos más allá del puro espectáculo. Y, además, cara. Quien piense así, desde luego, no ha visto ninguna película de Murnau.
Amanecer, como El último, son festivales de efectos especiales al servicio de las pequeñas tragedias cotidianas de sus personajes. Cine intimista narrado con toda la grandiosidad que permitía la cámara en aquel primitivo 1927. Aún no se oían las palabras en las películas. Ni puñetera falta que hacía.

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