Falling Leaves (Alice Guy, 1912)



En los últimos años varios historiadores del cine (entre otros Mark Cousins y su imprescindible La historia del cine: una odisea) están haciendo un gran trabajo de revisión de ciertos conceptos que todos creíamos firmes como un tótem.

Este revisionismo, muy necesario, tiene que ver con varios conceptos. Por ejemplo, el papel de Asia, África y Latinoamérica en la Historia del Cine.

O por ejemplo, y a esto vamos hoy, el papel de las mujeres en dicha historia, desde luego mucho más importante de lo que los libros cuentan. Y en ese sentido son varios los nombres que no solo están surgiendo, sino que incluso están desplazando y reubicando a otros nombres (masculinos) a los que se le atribuían cosas que en realidad no les pertenecían (hola Griffith).

Uno de esos nombres clave es la francesa Alice Guy (francesa, aunque la parte mas poderosa de su filmografía es americana). Cuando conocí la existencia de esta mujer, hace un par de años, me lancé como lobo hambriento a investigarla y bucear en su filmografía. Y lo que descubrí es a una cineasta colosal, clave en el nacimiento del cine como arte, esencial en la transición de invento científico a forma de expresión que experimentó el cine en sus primeros años de vida.

Tradicionalmente hemos pensado que Meliès fue el inventor del cine como herramienta narrativa. Y en parte es así: lo dotó de sentido del espectáculo, de magia y de capacidad de sorpresa.

Pero Guy le dió algo mucho más importante que eso: sentimientos. Capacidad de transmitir ideas y contar historias envueltas en emociones. Probablemente el concepto que hoy tenemos de cine de calidad se lo debemos a ella. Falling Leaves, aunque es una película muy posterior al inicio de la carrera de Guy, resume perfectamente su estilo cinematográfico. En solo doce minutos consigue que te cruja la espina dorsal y sientes un rodillo emocional pasarte por encima.

La pequeña Trixie tiene a su hermana mayor enferma. Asiste a la exploración que le hace un médico. Malas noticias: no tiene salvación. "Morirá cuando caiga la última hoja" (refiriéndose al otoño), es el rotundo pero poético diagnóstico del doctor. La idea que se le ocurre a Trixie para evitar que eso ocurra es profundamente conmovedora. Os dejo abajo el enlace de la peli para que la veáis con vuestros propios ojos.

El caso es que cuando descubrí Falling Leaves, esta grandísima cineasta pasó a estar automáticamente en mi altar de los más grandes. Por supuesto, la incluí de inmediato en mis clases de Historia del Cine. No puedes intentar transmitir la grandeza de este arte sin mencionarla a ella. No puede gustarte el cine y no conocer la obra de Alice Guy.




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