El buscavidas (Robert Rossen, 1961)


A un lado, Eddie “Relámpago” Felson (excepcional Paul Newman). Al otro, el “Gordo de Minessotta” (colosal Jackie Gleson). Entre ellos dos no hay un ring, sino una mesa de billar que es mucho más que eso. Es el territorio donde se disputan los sueños, las ambiciones, el sentido mismo de sus vidas… Esta maravilla de Robert Rossen es de las primeras películas “antiguas” que recuerdo haber visto de niño (salvo “las de risa”, o sea, Charlot, Keaton, Harold Lloyd y los Hermanos Marx). Obviamente no entendí ni una octava parte, pero ya quedé impactado por la vibrante realización en las partidas de billar. Jamás habría imaginado que algo como una partida de billar podría ser más emocionante que cualquier combate de la saga Rocky.
Años después, siendo ya estudiante de cine, la vi (otra vez por la tele) ya con conocimiento de causa. Y entonces me gustaron aún más las partidas de billar, pero entendí que eran exactamente lo de menos en este retrato de una América profunda que, por una vez, no está en los pueblos y aldeas, sino en las más sofisticadas ciudades. Menudo pedazo de peliculón, señores.

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