La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968)


Hollywood agarró a uno de los mayores talentos visuales del momento y puso a su disposición todo el poderío económico y técnico. No le hizo falta para crear una de las cumbres del cine de terror psicológico.
Con una magistral puesta en escena, a base de geniales encuadres, una fotografía y un arte excelentes y unas interpretaciones extraordinarias, sin casi recurrir a efectos especiales ni de montaje ni de maquillaje, Polanski consigue meterte en la obsesiva pesadilla de Rosemary, una mujer embarazada convencida de que el niño que lleva dentro ha sido engendrado por el mismísimo Diablo…
Hasta el mismo desenlace, el alucinante pulso narrativo del cineasta polaco te impide saber a ciencia cierta si todo está pasando en la mente de Rosemary o es la realidad. Atención al brutal giro final de la película.

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