Fargo (Joel & Ethan Coen, 1996)


“Ocurrió donde nunca ocurre nada”, rezaba el eslogan de esta película. Pocas veces un lema publicitario resumió de forma tan exacta y perfecta una película.
Un pequeño pueblecito de la América profunda (contexto en el que los Coen se mueven como peces en el agua) asiste al secuestro de la hija de uno de los más importantes empresarios del lugar. La embarazadísima jefa de policía (magistral Frances McDormand) se tiene que encargar de resolver el crimen, algo para lo que nunca le entrenaron.
Con una galería de personajes inolvidables, el inclasificable mundo y estilo de los geniales hermanos Coen (¿aún no le han puesto un monumento a sus padres? ¡Menuda genética, por Dios!) toca techo en Fargo al explayarse en toda su rareza pero, a la vez, consiguiendo un aroma de clasicismo, de gran cine del de siempre (algo que volvieron a conseguir con la no menos excelente No es país para viejos). Grandísima película.

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