En la ciudad sin límites (Antonio Hernández, 2002)


Pasado y presente se entremezclan de forma angustiosa en la mente de un hombre enfermo de muerte, (interpretado por Fernando Fernán-Gómez, actor colosal que dicta aquí la enésima lección magistral de interpretación). Sólo su hijo pequeño (Leonardo Sbaraglia) se da cuenta de su extraño sufrimiento, que no parece producto de su enfermedad sino de algo real.
Así comienza un viaje apasionante compartido por un padre y un hijo. El anciano, busca desesperadamente la dignidad perdida, hace ya demasiados años, antes de morir (o de perder del todo la razón, que viene a ser lo mismo). Y al acompañarle en su búsqueda el hijo encuentra a su padre, al hombre que de verdad es su padre.
Genial e inclasificable película con mucho de thriller, bastante romanticismo, una trama política con la dictadura fascista de Franco al fondo del escenario… Todo ello envuelto en un drama familiar. El guión tiene una estructura maravillosa, con un crescendo perfecto, que desemboca en un tercer acto conmovedor. Sostenido en los hombros de los dos actores mencionados y de la espectacular Geraldine Chaplin.

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