Las horas del día (Jaime Rosales, 2003)


Debut en el largo de Rosales, que alcanzaría la gloria con su segunda película (La soledad) pero que a mi ya me había reventado la cabeza con esta película radical, que te lleva hasta un punto cercano al aburrimiento para entonces darte un golpe de muerte. A partir de ahí, la tensión y el infierno estalla en cualquier detalle de cotidianidad.
Con una fotografía austera y seca de mi admirado Óscar Durán, una interpretación sublime de Àlex Brendemühl y un planteamiento en el que por momentos parece no haber guión (¡pero vaya si lo hay!), esta película me produjo un impacto duradero y profundo.
Rosales es un francotirador, me gusta porque es un tipo que se obliga a sí mismo a buscar caminos narrativos distintos, únicos, comprometidos solamente con lo que quiere contar. Y, amigos, esa es la actitud de los grandes.

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