Amanece, que no es poco (José Luis Cuerda, 1988)


Prueba irrefutable de la existencia de un humor específicamente manchego (Cuerda es albaceteño), que se mueve entre lo absurdo y lo surrealista, sin renunciar a un cierto realismo mágico.
Todo en esta película es mítico. El personaje sin personaje (espectacular Quique San Francisco), el colegio musical, los hombres que nacen de la tierra, la excursión de yanquis, la repartición de roles en asamblea, el plagiador de Faulkner. Y ese Luis Ciges inconmensurable, de cuyos labios salen algunos de los diálogos más magistrales que he oído jamás. Como cuando está en la cama con su hijo (Antonio Resines) y, al irse a dar la vuelta, le dice: “Oye, me respetarás, ¿no?”. Y dice Resines: “¡Pero si soy su hijo!”. Y dice Ciges: “Ah, pero un hombre en la cama es un hombre en la cama”.
Qué grande José Luis Cuerda. Muchísimas gracias por regalarnos este peliculón.

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