El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001)

Obra cumbre del que probablemente sea el mayor genio vivo del cine de animación, autor de películas excelentes (Porco Rosso, El castillo ambulante, Mi vecino Totoro), series infantiles míticas (Heidi, Conan, Sherlock Holmes) y un puñado de obras maestras (La princesa Mononoke o este maravilloso Viaje de Chihiro).

Miyazaki lleva los cuentos de hadas a un territorio completamente distinto y, a la vez, consigue devolver el género a su territorio puro y original, siendo brutal en su crítica, bellísimo en su discurso, mágico en su desarrollo. Con unos fascinantes personajes, profundamente metafóricos, Miyazaki dio el bombazo en el año 2002 ganando nada menos que el Oso de Oro del Festival de Berlín con este pedazo de película (primera y única de animación hasta la fecha que se ha alzado con este prestigioso galardón).

Y eso es porque, más allá de la depurada técnica de animación del maestro japonés, aquí hay CINE con mayúsculas, con un sentido del ritmo, de la puesta en escena, de la narración a la altura de cualquier película de imagen real.