La pianista (Michael Haneke, 2001)


Haneke es el gran maestro del mal rollo. Siempre recordaré La pianista como aquella película que empezó con la sala llena y acabó con apenas una decena de personas… ¿El resto? El resto no lo aguantó. Yo no sé cómo pude.
Supongo que la monumental interpretación de Isabelle Huppert ayudó. Pero aún hoy es una película a la que me da miedo volverme a acercar. Haneke no necesita tirar de gore para mostrarte el abismo, las zonas más insoportablemente desagradables del ser humano. Su cámara y su retorcida imaginación son aplastantemente suficientes.
Para los que pensáis que qué mal rollo da Black Swain, un consejo: ni os acerquéis a La pianista. Las tragedias de Aaronofski son óperas bufas al lado de cualquier película de Haneke.

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