Promesas del Este (David Cronenberg, 2007)


A estas alturas ya se puede decir a los cuatro vientos que Cronenberg es uno de los grandes, pero hace no tanto una afirmación de ese tipo podía poner en riesgo tu integridad física. Hasta cierto punto lo entiendo: era un cineasta radical para lo bueno y para lo malo, poco dado a sutilezas.
Esto ha cambiado de forma sorprendente en los últimos años. Su forma de narrar ha evolucionado a un clasicismo a la altura de los grandes. Sus tradicionales obsesiones se han estilizado, se han concretado, se muestran de forma mucho más sutil y sibilina… Siempre integradas en historias sólidamente armadas y rodadas con una factura visual excelente.
En Promesas del Este Cronenberg hace eso que se le da tan bien de hacernos mirar a donde no queremos mirar: en este caso la mafia rusa de Londres. Su elegante puesta en escena no hace sino subrayar la crudeza de uno de los sistemas mafiosos más crueles y, sin embargo, más invisibles.

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