Bowling for Columbine (Michael Moore, 2002)


¿Periodista? ¿Cineasta? ¿Documentalista? Yo, en el DNI de Michael Moore pondría “Agitador”. Porque eso es a lo que se dedica el bueno de Michael, siempre con mucho ingenio y personalidad, y a menudo pasándose un par de pueblos. Consigue irritar incluso a los que pensamos como él (siempre tengo problemas con la escena de Charlton Heston; sé que era un maldito fascista, pero también era Ben-Hur, el Mayor Dundee y el George Taylor de El planeta de los simios y no me gusta la trampa fácil que le tiende, yendo a casa del viejo a sugerirle que le quiere ofrecer curro para luego humillarle).
En cualquier caso, eso es Michael Moore: si buscas objetividad, este no es tu hombre. Bowling for Columbine es para mi su película más especial, probablemente porque le descubrí con ella, como casi todo el mundo. Buscando la razón por la que los norteamericanos aman tanto las armas, Moore retrata una cultura inmoral, inhumana, inculta y, lo peor, una sociedad orgullosa de ello.
Algo que se ha demostrado constantemente en la literatura, la música y el cine es que los críticos más feroces, lúcidos y eficaces contra los Estados Unidos han sido estadounidenses. Y Michael Moore, no tengáis dudas, es uno de los mayores granos surgidos en el culo de los USA.

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