La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956)


Aunque ya le he dedicado una entrada a su obra maestra ¿Quién puede matar un niño?, sirva este post como homenaje a Chicho Ibáñez Serrador, un tipo que ha sido fundamental en mi cinefilia. En mi niñez este hombre tenía (además del Un, dos, tres) un programa de televisión mítico (los lunes por la noche, en la 2) titulado Mis terrores favoritos. Esencialmente eran películas clásicas de terror y ciencia ficción, con el típico prólogo y epílogo del gran Chicho. Allí vi por primera vez películas que luego han sido esenciales para mi. Por ejemplo, la primera versión de La invasión de los ladrones de cuerpos.
La imagen de los humanos “invadidos” señalando y emitiendo ese escalofriante grito al detectar a los humanos “no invadidos” (a los que se detecta si demuestran algún tipo de emoción) llenó las noches de mi infancia de pesadillas. La invasión de los ladrones de cuerpos es un clásico total de la ciencia-ficción, subgénero invasiones alienigenas hostiles. Establece una de las metáforas definitivas del cine de ciencia-ficción americano de los 50: los extraterrestres son los soviéticos; otra civilización, poderosa, dominadora de energía de gran potencia (la nuclear) capaz de someter a los buenos americano. Típico de los tiempos de la Guerra Fría. Más allá de esta lectura política, esta película es un ejercicio de crescendo emocional magistral. No en vano, viene firmada por el gran Don Siegel, en la que fue una de sus primeras grandes películas (grandes en cuanto a resultados, que no en cuanto a presupuesto).
La influencia de esta película es definitiva en el género y el rastro de ciertos conceptos incorporados por ella se pueden encontrar fácilmente en obras de autores posteriores tanto de cine (Ridley Scott, Spielberg, Lucas) como de cómic (el genial y recientemente fallecido Moebius). Conceptos como la invasión a través de plantas o la perfecta mezcla de la ciencia ficción con el cine de terror (los humanos “invadidos” de este film bien podrían ser un borrador de un nuevo monstruo que va a causar furor en la década sigiente: los zombies).
Para rematar, una curiosidad. Este es uno de los films que más remakes ha tenido. La curiosidad radica en que, al menos dos de ellos, son bastante meritorios: La invasión de los ultracuerpos (Phillip Kauffman, 1978) y Los secuestradores de cuerpos (Abel Ferrara, 1993).

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