Celebración (Thomas Vinterberg, 1998)


El Dogma 95 ha sido el último movimiento más o menos importante a escala mundial que ha dado el cine europeo. Todavía hoy, se piensa que aquello fué un invento de Lars Von Trier, lo cual no es exacto. El movimiento Dogma fue fundado por un colectivo de cineastas daneses entre los que estaban Von Trier pero tambien gente como Lone Scherfig o el joven Thomas Vinterberg, que firmó la primera película oficial de este movimiento.
La Celebración a la que alude el título es la del 60 aniversario del patriarca de una familia de clase alta. En dicha fiesta, el hijo mayor decide declarar públicamente que él y su hermana melliza fueron sometidos a abusos continuados durante su infancia por parte del padre homenajeado, conviertiendo aquello en un polvorín. Sin duda, es el clásico argumento que en según que manos podría convertirse en un telefilm de segunda categoría. Pero Vinterberg demuestra un domino absoluto de la narrativa y de los resortes dramáticos, conviertiendo la película en un auténtico bombazo emocional, con un uso tan magistral de las estrictas normas del dogma que no puedes imaginarte esta película rodada de otra forma.
La cámara en mano, la carencia de iluminación artificail, el uso de escenarios reales y, sobre todo, un montaje antológico hacen que Celebración sea una de esas películas que se clavan entre la piel y la carne. Puede que el viejo Lars fuera el que más partido comercial le sacó al invento dogmático. Y, aunque nos dejó una excelente película encuadrada en dicho movimiento (Los idiotas), probablemente él sea el primero en ser consciente de que no consiguió hacer la mejor.

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