Trainspotting (Danny Boyle, 1996)


En el año 95, Danny Boyle era un joven director de cine inglés cuyo prometedor debut, Tumba abierta, había adquirido cierta relevancia en el mundillo cinéfilo. En el año 96, Danny Boyle era el director del momento, el más admirado, el más envidiado. ¡Todos los estudiantes de cine querían ser Danny Boyle en el año 96!
La razón es esta película. Nadie se la esperaba, como suele ocurrir con los grandes acontecimientos cinematográficos. Pero en pocos días Trainspotting se convirtió un éxito, en pocos meses un fenómeno social y en pocos años, en una película generacional como en su día lo fueron Rebelde sin causa, Easy Rider, American Graffiti, Quadrophenia o La naranja mecánica, película a la que, por cierto, se la comparaba todo el rato.
Más allá de eso, unos excelentes actores componiendo unos personajes míticos, una puesta en escena arrogantemente creativa, una dirección de arte y fotografía de otra galaxia (aunque parezcan muy invisibles, o precisamente por eso), una banda sonora antológica y el bendito don de la oportunidad hacen de esta una película esencial…

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