Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008)


Si dices “pelis de vampiros”, lo último que te viene a la cabeza en una película nórdica. Si dices “cine sueco”, lo último que te viene a la cabeza es una película de vampiros. Probablemente ese es uno de los grandes encantos de esta maravillosa película.
Alfredson pone patas arriba el género vampiresco con esta sencilla pero colosal película, fría como el hielo, lenta como la muerte, cautivadora como lo son las obras maestras. Deliciosamente extraña historia de amor, amistad, soledad y necesidad entre un niño humano y una “niña” vampiro, que a pesar de su crueldad y gelidez formal consigue ser romántica y arrancar emociones profundas de tu corazón. Junto a escenas de evidente brillantez narrativa (como el prodigioso clímax de la piscina) conviven otras mucho más sutiles pero no por ello menos contundentes. Por ejemplo, la escena en la que se conocen nuestros dos protagonistas. Ese patio nocturno, con toneladas de nieve, un frío inimaginable… y de pronto aparece esa extraña niña que no parece tener frío, con esa mirada triste, desolada, que parece pedir desesperadamente ayuda desde el fondo del alma… En fin, hay gran cantidad de momentos en esta película de esos en los que te entran ganas de levantarte de la butaca y aplaudir, así de simple.
Junto al guión de John Ajvide Lindqvist (basado en su propia novela) y el excelente estilo visual y narrativo de Alfredson, el punto fuerte de la película es de lejos la interpretación de los dos niños protagonistas. Kåre Hedebrant sostiene sobre sus jovencísimos hombros el peso de esta oscura historia con una solvencia que no había visto en un actor infantil desde el Joel Haley Osmond de El Sexto Sentido. Lina Leandersson, por su parte, borda su papel de “niña” vampiro. Sus papeles son muy, muy, muy difíciles, llenos de matices y aristas. Transmiten una gran soledad, que es el verdadero desasosiego y terror de esta película: esos dos niños con el alma rota, con una tristeza infinita. Es un verdadero placer disfrutar de sus silencios y sus miradas. Cine sueco del bueno, con un argumento atípico.

Comentarios

Entradas populares