Memento (Christopher Nolan, 2000)


Cuando un cineasta logra literalmente hacerte vivir la locura, pero no una cualquiera en la que todo vale, tipo Aaronofski, sino una concreta, exacta, sin recurrir a efectismos de montaje baratos, sino con una idea estructural simple pero rompedora… cuando eso ocurre hay que descubrirse ante un genio.
Alucinante película de presupuesto medio-bajo, humilde pero rotundísima, que supuso el puñetazo en la mesa mundial de un tal Christipher Nolan, que apenas tres películas después estaba en la cúspide del cine comercial-autoral. Escenas como la del matrimonio jubilado y la insulina confirman que aquí hay un Cineasta con mayúsculas, que domina no sólo lo tecnológico, sino también lo dramático y tiene un don para entender lo que le puede gustar al público sin dejar de sorprenderles.
Aunque ha enlazado éxito tras éxito, personalmente pienso que nunca ha conseguido volver a alcanzar la audacia, la locura, la maestría narrativa de Memento. Imprescindible.

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