Cuando el viento sopla (Jimmy T. Murakami, 1986)

Cuando vi este film, con unos 11 o 12 años, para mi el cine de animación era directamente Walt Disney o, como mucho, algún anime televisivo (Mazinger Z, Marco, Heidi…). La conmoción me dura aún. Nunca había imaginado que el cine de animación podía contar historias “de mayores”. Que una película de dibujos pudiera tener música de Roger Waters (Pink Floyd ha sido banda sonora de toda mi infancia, ventajas de tener un hermano mayor). Que una animación austera, de trazos y estilo contrarios al canon Disney podían ser tan impactante… Pero sobre todo, me impactó la sensación de pena profunda que transmitían esos entrañables abuelillos, indefensos por no entender lo que no se puede entender…

Cada vez que vuelvo a ver esta sencilla historia de esos abuelillos “preparando” su casa para una inminente guerra nuclear protegiéndola inocentemente con maderas en las ventanas, o escondiéndose detrás de muebles y cosas similares, revivo aquel impacto infantil minuto a minuto. Una de las más contundentes películas anti belicistas que recuerdo. Cruel, educativa, rotunda, pero también delicada. De esas películas que consiguen hacerte odiar y amar simultáneamente al género humano; de las que te anudan la garganta y te encharcan los ojos, sin remedio.