La torre de los siete jorobados (Edgar Neville, 1944)


Esta es una de las más deliciosas joyas escondidas del cine español. A lo largo de mi vida he encontrado poca gente que la haya visto y yo mismo la descubrí tarde, cuando ya era estudiante de cine, gracias a una de las personas que más películas maravillosas me ha hecho descubrir, mi querido Ángel Amorós.
El caso es que estamos ante una fascinante muestra de terror gótico español, dirigida por Edgar Neville. No podía ser otro. Neville trabajó para la Metro Goldwyn Mayer en los años 30 como director y guionista de las llamadas “versiones dobles” (en el inicio del sonoro, antes de la llegada del doblaje y los subtítulos, Hollywood rodaba la misma película dos o tres veces; en inglés, español, francés, etc…). Su periplo americano le hizo codearse con los mejores (allí hizo amistad con gente como Charles Chaplin o Luis Buñuel) y le permitió empaparse de las más avanzadas técnicas narrativas y estéticas de la época y aplicarlas a su regreso a España.
Eso explica que La torre de los siete jorobados (rodada en una época en la que prácticamente solo triunfaban las películas españolas folklóricas) sea una película con ecos del mejor cine de terror clásico de los estudios Universal (triunfadores totales del género en los años 30) y los Expresionistas alemanes (triunfadores totales del género en los 20). Con una dirección de arte, vestuario, maquillaje y fotografía alucinantes para la época, la conseguida ambientación todavía hoy (o quizá hoy más que entonces) resulta sorprendente.

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