Darkman (Sam Raimi, 1990)


Esta película supuso la entrada en Hollywood de tres pesos pesados: los actores Liam Neeson y Frances McDormand y el director Sam Raimi. Y, para acompañar a su amigo, ejerciendo de padrinos, nada menos que los hermanos Coen, que aparecen como coproductores del invento. El resultado esta maravillosa y dinámica relectura del Fantasma de la Ópera cruzado con Frankenstein, unas gotas del Dr. Jeckyll & Mr. Hyde y esencia de Cyrano de Bergerac. Podría haberse convertido en un pastiche infumable pero en manos del talentoso Raimi se convierte, junto a El protegido de Shyamalan, en la mejor película de superhéroes no basada en un cómic.
Darkman está repleta de aventuras, acción de la buena y toques de terror gótico sin renunciar a una romántica historia de amor imposible de este científico al que unos terroristas deforman mosntruosamente la cara y anulan el sentido del tacto. A partir de ahí, se desarrolla una clásica trama de venganza llevada con gran pulso y cuyo ajustado presupuesto obligó a Raimi a jugar más con la ambientación y la atmósfera y menos con lo explícito.
La carrera de Raimi ha quedado un poco escondida tras el muro de éxito de la trilogía-blockbuster Spiderman, magnífica también en sus dos primeras entregas. Sin embargo, es esencial recordar películas como Darkman o la trilogía Evil Dead, que fueron las que gritaron al mundo que estamos ante un director con una inventiva visual y narrativa única, personal y poderosa.

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