Solo ante el peligro (Fred Zinnemann, 1952)


La lenta agonía social de un sheriff que sabe que en el tren del mediodía viene un hombre a matarle, pero no encuentra ayuda de nadie en un pueblo atenazado por el miedo, quedando cada vez más solo es el sencillo pero demoledor argumento que maneja Zinnemann para crear una película mítica y, de paso, uno de los westerns más personales y extraños.
Las influencias de algunos de los mejores cineastas del momento son claras (el desarrollo narrativo podría ser de Hitchcock sin problemas; los encuadres y planos ultra expresivos son puro Welles), pero están perfectamente asimiladas y conjuntadas, y se aplican con sorprendente naturalidad en un género, el western, que se movía habitualmente en registros narrativos totalmente distintos.
El resultado es un western oscuro, directo, emocionante, estilísticamente brutal, con rompedores toques de thriller y una interpretación memorable de Gary Cooper que ya sería, para siempre jamás, el sheriff de Sólo ante el peligro. Sutil reflexión sobre la soledad y el miedo.

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