Luces de ciudad (Charles Chaplin, 1931)



El dominio que Chaplin tenía de los resortes que producen emociones se demuestra en una de las escenas más famosas de Luces de ciudad: aquella en la que el entrañable Charlot se hace amigo de un millonario alcohólico que está a punto de suicidarse a la orilla del río y a la que pertenece la foto que ilustra estas palabras. La facilidad con la que fluye la comedia en una situación tan poco cómica como un intento de suicidio es la quintaesencia del estilo del inglés.
Y, de hecho, siempre he considerado que esta es la clásica película que recoge el ideario y libro de estilo esencial de un cineasta. Como Los pájaros en Hitchcock, o E.T. en Spielberg, Luces de ciudad es Chaplin en estado puro, una de las dos o tres películas que mejor definen su estilo y una gran opción si quieres introducirte en el fascinante y divertido universo Charlot.
A pesar de que he debido verla una decena de veces desde niño, recientemente tuve la oportunidad de disfrutarla en sus condiciones originales: proyectada en un teatro y con una orquesta tocando en directo la banda sonora (regalazo que nos dió el Teatro de La Zarzuela de Madrid a los fans de Chaplin en las Navidades del 2012). Viví una de las experiencias más extremas que he tenido en un cine. Desde el primer minuto, con esa maravillosa escena de la inauguración de la estatua las emociones se dispararon. Cada carcajada venía acompañada de un temblor por el espinazo. Ver a niños pequeños totalmente entregados a las aventuras del entrañable Charlot, sin importarles que fuera una película que se estrenó cuando sus abuelos tenían su edad, o el susto que me llevé ante el ataque de risa histérica que le dió a un señor mayor que estaba a mi lado me hizo sentir que cualquier alabanza que  pueda hacer al arte de Chaplin se queda corta.
Una de las empresas más difíciles del cine comercial es, precisamente, convencer a un abanico amplio de público sin que importe la edad, la nacionalidad, la ideología o cualquier otra cosa. Luces de ciudad es una de las muchas películas de Chaplin que consiguen ese reto. También a través de las generaciones. Si quieres ser feliz, mírate esta película.

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