El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1960)


Un dia cualquiera, una maldición cae sobre Midwich. Todos sus habitantes aparecen… ¿muertos? ¿en coma? Cualquiera que se acerque a las inmediaciones del pueblo cae como una mosca. De repente, otro día cualquiera, sus habitantes despiertan, con la misma normalidad con la que cayeron… aparentemente. Todas las mujeres del pueblo comprueban, estupefactas, que han quedado embarazadas mientras “dormían”.
Así arranca esta fascinante obra maestra del cine de terror británico. Ese grupo de niños fruto de la maldición, su mirada, su pelo albino, su gesto carente de toda humanidad, es una de esas imágenes míticas, icónicas, que se queda grabada en el cerebro y la piel a fuego en el mismo instante en que la ves.
Qué maravillosas décadas la de los 50 y 60, repletas de películas de serie B llenas de alma, imaginación, de talento, de dominio de los resortes que hacen que una película te toque. Películas humildes pero tan magistrales como cualquier película de alto presupuesto, creadas por grupos de geniales artesanos, capaces de sacar un rendimiento espectacular de cualquier medio que pusiesen a su disposición.
En los años 90, el gran John Carpenter hizo un meritorio remake americano de este film. Pero yo siempre recomiendo la original porque me parece más auténtica y emocionante. Su acento no está puesto en los efectos sino en las situaciones planteadas por un guión brillante y una puesta en escena sobria pero eficaz a más no poder. Muy muy buena.

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