Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993)


1993 fue un gran año para los fans de Steven Spielberg. Venía de una época complicada, con películas irregulares y polémicas como Always (para mi, su film más flojo), Hook (que a mi me encanta, pero muchos odian) o la tercera entrega de Indiana Jones (que es maravillosa, pero que a pesar de introducir el entrañable personaje del doctor Henry Jones no deja de ser más de lo mismo). Por otro lado, su instinto para producir películas legendarias infantiles y juveniles (Regreso al futuroGremlinsLos GooniesEl secreto de la pirámide) también se había oxidado (Nuestros maravillosos aliados). El caso es que, como digo, en el año 93 da un sonoro puñetazo en la mesa y entrega no una, sino dos obras maestras. Y además en sus dos vertientes: la más autoral (con la gran La lista de Schindler) y la más comercial con esta maravillosa aventura jurásica.
Vi Jurassic Park en su estreno, en cine y sin duda es una de esas experiencias que dejan huella. Como todas las películas del maestro Spielberg vino acompañada de una empachante campaña de marketing. Personalmente tenía cierto recelo, una extraña mezcla de ansia y pereza por verla. A nivel puramente cinematográfico había ciertas señales que invitaban al optimismo: por primera vez en años, volvía a contar con buenos actores que no eran superestrellas (Sam Neill, Laura Dern, Jeff Goldbrum, Richard Attenborough), una costumbre que personalmente me jodió que abandonara (en sus inicios Spielberg no trabajaba con estrellas: él convertía en estrellas a los actores que trabajaban con él: Richard Dreyfuss, Whoopi Goldberg, Drew Barrymore o el propio Harrison Ford son ejemplos de ello). Las dudas se desvanecieron exactamente en la secuencia inicial: el traslado al interior del parque de uno de los velocirraptores. Varias son las cosas que me chiflaron de esta escena. Para empezar, que no vemos al velocirraptor (solo un plano detalle de su ojo) pero si vemos lo que es capaz de hacer (devorar a un pobre tipo al más mínimo descuido), recurriendo al truco que hizo mítica a Tiburón. La tensión explota en un fogonazo de acción inesperada, rodado con la solidez y clarividencia a la que Spielberg nos tenía acostumbrados en sus películas clásicas.
A continuación, la presentación de personajes (esta es, por cierto, una de las películas más corales que ha hecho) tiene todo lo que más me gusta del cine de Spielberg: sentido del humor y habilidad para que captes a la primera las características esenciales de cada uno de ellos. Pero claro, la explosión vino con la presentación de los verdaderos protagonistas: los dinosaurios. Con la aparición del gigante Brachiosaurio, el primero que se ve entero y claramente en la película, sentí que todos los espectadores que estábamos allí volvíamos a tener cinco años. Qué impacto. Que silencio de admiración en el cine. Qué de bocas desencajadas. Hay algo que me chifla en este escena: antes de enseñarte al bicho te muestra, uno a uno, los caretos de los personajes flipando con él… ¡ponen exactamente la misma cara que pusimos todos diez segundos después! Ahí fue cuando supe que Spielberg estaba de vuelta, en forma y que nos quedaba una hora y pico que recordaríamos el resto de nuestras vidas.
Y así fue. La aventura explota a partir de ahí con un pulso narrativo marca de la casa. Las escenas míticas se van superponiendo. La larga secuencia del ataque del T-Rex a los coches, la escena del coche colgando del árbol con el niño dentro, la trama de los velocirraptores. Y así hasta llegar a la que para mi es una de las mejores escenas jamás rodadas por Spielberg (y esto es decir mucho): la de los velocirraptores y los niños encerrados en la cocina. Ejemplo perfecto de lo que es el suspense y la tensión insoportable. Todo ello apoyado en unos efectos especiales simplemente perfectos. Si Terminator 2 fue la película que consiguió que los efectos digitales fueran totalmente realistas, Jurassic Park fue la película que los elevó a la categoría de arte.
Hace poco la he vuelto a ver en cine, en su reciente reestreno en 3D y me alegra comprobar que sigue joven y que, salvo ciertas cuestiones argumentales (esa niña que flipa con los CD-Roms interactivos con pantallas táctiles, jajajajaja, ¡anda que no ha cambiado el rollo desde entonces!), a nivel narrativo sigue siendo totalmente moderna hasta el punto de que podía estar estrenada ayer mismo. La prueba es que la vi con mi sobrino de cinco años y realmente alucinó. Demasiado diría, pues la tensión se le hizo muy cuesta arriba cuando los velocirraptores entran en acción y al final hasta lo pasó mal, el pobre. Y es que es lógico. Porque el gran Steven Spielberg, esta vez, “no reparó en gastos”. Yo te saludo, maestro.

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